El pasado junio acabé mi formación de Masaje Emocional, un viaje de casi un año donde viví una formación para masajes que se transformó en una terapia grupal.
En esta formación aprendí desde mi dolor, desde mi rabia, desde mi miedo, desde mi apego, desde mi ansiedad a identificar mis heridas de abandono y rechazo, reconocer mi máscara que me lleva a evadir situaciones de la vida que me generan dolor y lo más lindo y destacable, sanar a mi niño herido.
El pequeño Javi se reencontró con el Javier de adulto y han vuelto a cogerse de la mano.
Ahora os podré acompañar no solo desde la escucha, sino también desde el tacto, identificando las emociones y en qué parte del cuerpo se almacenan, mi masaje será un bálsamo sanador para tus emociones.